
Miquel Salgot reclama un enfoque integral del riesgo sanitario frente a los nuevos contaminantes
El catedrático emérito de la Universidad de Barcelona criticó en SMAGUA 2025 la ambigüedad normativa y defendió el rigor científico como base de la salud pública.

ADECAGUA
El pasado 6 de marzo de 2025, ADECAGUA celebró en Zaragoza la Jornada “Los nuevos contaminantes y los retos en el tratamiento de aguas residuales urbanas”, en el marco de la feria SMAGUA 2025. La jornada reunió a expertos del ámbito académico, técnico e institucional para debatir las implicaciones de la Directiva (UE) 2024/3019, centrada en el control y eliminación de contaminantes emergentes como fármacos, PFAS y microplásticos.
La última ponencia técnica del día estuvo a cargo de Miquel Salgot, catedrático emérito de la Universidad de Barcelona y miembro numerario de la Real Academia de Farmacia de Cataluña, quien intervino con la charla titulada “Riesgos sanitarios de los nuevos contaminantes”. Su intervención ofreció un análisis crítico sobre el tratamiento del riesgo en la nueva normativa y la necesidad de abordarlo desde una perspectiva científica y estructural.
Desde el inicio, Salgot fue claro: el riesgo cero no existe, y las decisiones regulatorias deben basarse en niveles de exposición aceptables definidos a partir de la evidencia científica. En este sentido, lamentó que la Directiva (UE) 2024/3019 haga referencia al término “riesgo” en múltiples ocasiones, pero sin aportar criterios técnicos suficientes para su evaluación sanitaria real.
Cuestionó el lenguaje “críptico y difícil de interpretar” del texto legal y advirtió sobre el riesgo de que se tomen decisiones reguladoras más influenciadas por la presión social o mediática que por fundamentos técnicos contrastados. A modo de ejemplo, mencionó cómo sustancias hoy consideradas peligrosas, como ciertos PFAS, fueron durante años autorizadas por las propias autoridades sanitarias e incluidas en productos de uso cotidiano, como pastas dentífricas o materiales en contacto con agua potable.
El ponente también denunció la tendencia a legislar en torno al “último contaminante de moda”, lo que puede generar un marco normativo fragmentado, reactivo e ineficiente. En su lugar, propuso construir un enfoque integral del riesgo que considere no solo la toxicidad, sino también factores ambientales, sociales, económicos y de percepción pública.
Salgot subrayó que la capacidad analítica actual permite detectar trazas de compuestos en concentraciones extremadamente bajas, pero que esa capacidad técnica no siempre se traduce en un impacto real sobre la salud. Por ello, instó a los legisladores a actuar con prudencia científica, proporcionalidad y responsabilidad compartida.
La intervención concluyó con una llamada a la reflexión: la salud pública no puede gestionarse únicamente desde el BOE. Necesita conocimiento riguroso, mecanismos de evaluación sólidos y una gobernanza que integre a la ciencia en el diseño de las políticas públicas.
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