
Contaminantes emergentes en el agua: impacto, regulación y retos en la depuración urbana en España
Los avances normativos y tecnológicos para la eliminación de contaminantes emergentes en el agua en España refuerzan la protección de la salud y el medioambiente.
ADECAGUA organiza una jornada en SMAGUA25 sobre "Los Nuevos Contaminantes y los Retos en el Tratamiento de Aguas Residuales Urbanas"

Freepik
El sector del agua enfrenta una creciente preocupación por la presencia de contaminantes emergentes (CECs), como los residuos de medicamentos, los microplásticos y las PFAS. Las mejoras en las técnicas analíticas han permitido constatar que estos compuestos no son eliminados totalmente por los tratamientos convencionales del agua y pueden representar un peligro para la salud humana y para los ecosistemas.
Detectados gracias a avances analíticos recientes, estos compuestos no siempre son eliminados por los tratamientos convencionales y pueden representar un riesgo para los ecosistemas y la salud humana. Su origen está estrechamente unido a las actividades humanas y se encuentran habitualmente en las aguas residuales, quizá su fuente de emisión más importante.
Las recientes normativas europeas son más restrictivas en cuanto a las concentraciones permitidas en las aguas, y esto ha derivado en la necesidad de gestionar adecuadamente el ciclo antrópico del agua de manera que se limite la presencia en concentraciones peligrosas de los CECs.
Estos conceptos están íntimamente asociados a los estudios de toxicidad, los grandes olvidados en la gestión ambiental.
Impacto sanitario y ambiental
Los CECs suelen encontrarse en concentraciones reducidas, aunque sus efectos tóxicos pueden ser significativos.
Se sabe desde hace decenios que los residuos y metabolitos de fármacos y hormonas en el agua pueden tener efectos negativos en la fauna acuática, especialmente los compuestos con actividad hormonal. El ejemplo clásico es la disrupción endocrina en diversas especies de organismos acuáticos. Asimismo, se ha detectado restos de diversos tipos de medicamentos, como antiinflamatorios y antibióticos. Las sustancias de atención han ido siendo motivo de nueva preocupación, en paralelo con la mejora de las capacidades analíticas.
En la actualidad se está prestando una atención creciente a los residuos y subproductos de degradación de antibióticos, que están potenciando tanto el desarrollo de resistencias directas a estos compuestos como la transferencia de genes de resistencia entre distintas especies de microorganismos.
En paralelo, han adquirido notoriedad los microplásticos, ya que se ha podido establecer su capacidad de acumularse en los distintos organismos de la biota. Su procedencia es muy variada, y su prevalencia está asociada a la falta de mecanismos de degradación de los variados tipos de plásticos y moléculas relacionadas. Se encuentran, entre otros, en los envases plásticos de todo tipo, en productos de higiene y en las fibras sintéticas desprendidas en los procesos de lavado de ropa y textiles en general. Estas partículas entran en las cadenas tróficas y hay numerosos mecanismos de transferencia entre tejidos vivos y organismos.
Su bioacumulación en los distintos órganos del hombre y animales superiores está planteando interrogantes sobre sus posibles efectos en la salud humana y animal. También es causa de preocupación su capacidad de asociarse con otros contaminantes y los efectos que pueden generar a medio y largo plazo.
Entre los últimos llegados a esta problemática destacan las PFAS (sustancias perfluoro-alquil sulfonadas), de las que se define una alta persistencia y toxicidad. En la actualidad, hay una inquietud creciente sobre este tema en las comunidades científicas y reguladoras. Se han utilizado ampliamente en diversas industrias desde hace décadas, y se ha establecido que se acumulan en los organismos vivos sin degradarse. Se han detectado en las matrices ambientales, y concretamente en las aguas de todo tipo; y causan alteraciones en los sistemas inmunológicos problemas hormonales y generan un mayor riego de aparición enfermedades como el cáncer. A pesar de las últimas medidas, su presencia en el medio ambiente sigue siendo un desafío importante.
La nueva Directiva (UE) 2024/3019 y su aplicación en España
Considerando los conocimientos actuales sobre los contaminantes mencionados y otras nuevas circunstancias, la Unión Europea ha actualizado recientemente su normativa sobre aguas residuales con la Directiva 2024/3019. Esta nueva regulación endurece los requisitos para la depuración de las aguas residuales urbanas y refuerza la necesidad de controlar específicamente los microcontaminantes. Amplía la obligación de tratamiento a poblaciones más pequeñas, establece plazos concretos para la implementación de tratamientos avanzados y exige la eliminación de residuos farmacéuticos, microplásticos y PFAS mediante tecnologías específicas.
Uno de los aspectos más innovadores de la directiva es la implantación del principio de Responsabilidad Ampliada del Productor, que obliga, ente otros, a los sectores farmacéutico y cosmético a financiar gran parte de los costes asociados al tratamiento de los contaminantes relacionados con su actividad. Además, incorpora objetivos de sostenibilidad, promoviendo que las estaciones depuradoras operen con energía renovable para reducir su impacto ambiental.
España debería transponer esta normativa antes de 2027, aunque enfrenta un escenario complejo. Actualmente, más de 500 aglomeraciones urbanas españolas no cumplen con la regulación previa, de 1991, lo que ha derivado en sanciones por parte de la Comisión Europea. La modernización de las infraestructuras y la ampliación del sistema de depuración son retos ineludibles a corto plazo.
Retos en la implementación
Según lo indicado y para adaptarse a las nuevas exigencias, España debe acelerar la modernización de sus depuradoras, incorporando tratamientos avanzados y asegurando la financiación de estas inversiones mediante una combinación de fondos europeos y estatales, además de la aportación de los productores de contaminantes. También será necesario desarrollar normativas técnicas nacionales que definan con claridad los estándares de tratamiento, así como fortalecer las redes de control para incluir parámetros emergentes como los PFAS y los microplásticos en los controles de calidad del agua.
Gobernabilidad y cooperación institucional
La implementación de las medidas indicadas no depende únicamente de la tecnología, sino de una gobernanza eficaz del agua. En España, la gestión de la depuración involucra a distintos niveles administrativos: la Administración General del Estado, las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos. Esto hace imprescindible una mayor coordinación entre las administraciones para planificar inversiones, compartir buenas prácticas y garantizar la sostenibilidad de las infraestructuras.
La nueva normativa también implica una mayor implicación de la industria, que no solo deberá asumir costes adicionales, sino también impulsar medidas preventivas en origen, como la reformulación de productos para reducir su impacto ambiental. Paralelamente, será fundamental fomentar la concienciación ciudadana (formación e información) para minimizar la contaminación desde el consumo doméstico, promoviendo un uso responsable de fármacos y plásticos.
El enfoque de gestión integrada del agua cobra aún más relevancia en este contexto. La depuración no solo debe garantizar la eliminación de microcontaminantes, sino también facilitar la reutilización del agua regenerada en condiciones seguras. Este proceso requiere una estrecha colaboración entre sectores, desde las administraciones hasta los operadores de infraestructuras y los usuarios finales, para maximizar la eficiencia en el aprovechamiento del recurso.
Soluciones tecnológicas emergentes
El desafío de eliminar los contaminantes emergentes ha impulsado la búsqueda de soluciones tecnológicas más eficaces. Entre las estrategias disponibles destacan los tratamientos avanzados como la ozonización y la oxidación avanzada, capaces de degradar fármacos y algunos PFAS. También se está potenciando el uso de carbón activado para adsorber contaminantes traza y de tecnologías de filtración por membranas, como la nanofiltración o la ósmosis inversa; aunque estas últimas presentan desafíos en términos de coste y gestión de residuos.
Otro campo en crecimiento es la biorremediación, que explora el uso de microorganismos y algas en suelos y aguas para degradar contaminantes específicos. Además, se investiga la aplicación de sistemas naturales mejorados, como humedales artificiales, para la retención pasiva de microplásticos y compuestos emergentes. Dado que ninguna tecnología por sí sola puede resolver el problema de manera integral, las estrategias más eficaces combinan múltiples procesos en función de las necesidades de cada estación depuradora y el agua residual que gestiona.
Conclusiones
La presencia de contaminantes emergentes en las aguas representa un desafío urgente para la gestión del recurso en España. Su impacto en los ecosistemas y la salud humana es cada vez más evidente, lo que ha impulsado la adopción de una nueva regulación más estricta a nivel europeo. Sin embargo, su cumplimiento exigirá una modernización acelerada de las infraestructuras de depuración, un esfuerzo coordinado entre administraciones y una mayor implicación de la industria y la ciudadanía, lo que repercutirá en los costes de los tratamientos.
El éxito en la reducción de estos contaminantes dependerá de una combinación de políticas efectivas, avances tecnológicos y cambios en los hábitos de consumo; así como la mejora de los aspectos sociales, como la información. En este sentido, garantizar la calidad del agua en la era de los microcontaminantes no es solo una cuestión ambiental, sino una necesidad para el bienestar y el desarrollo sostenible del país.Principio del formulario